El 27 de diciembre de 1979 comenzó la operación «Tormenta 333»: las tropas soviéticas cruzaron la frontera afgana. La prensa soviética de aquella época, como la rusa actual, no escribió sobre la intervención, sino sobre el hecho de que un «contingente limitado» cruzó la frontera para cumplir con un «deber internacional». Es decir, con buenas intenciones. Exactamente como en 2022, cuando el ejército ruso invadió Ucrania. Al mismo tiempo, un grupo de soldados de asalto del KGB mataron al Primer Ministro Hafizullah Amin y a personas de su séquito en las primeras horas de la invasión. Sin duda, esto volvería a suceder en Kyiv si fuera capturada por los rusos.

En cuanto al «contingente limitado»: según las estimaciones de los expertos, 200.000 soldados soviéticos estaban estacionados permanentemente en Afganistán. Al mismo tiempo, intentaron proteger a la raza titular, los moscovitas y los leningradenses, como ahora; La mayoría de los movilizados desde Ucrania y las entonces repúblicas bálticas fueron enviados a Afganistán (no se confiaba en los soldados de las repúblicas musulmanas).

Al igual que las tropas rusas en Ucrania ahora, el «contingente limitado» libró una guerra total en Afganistán, borrando zonas pobladas de la faz de la tierra y desatando un terror masivo contra la población local.

Hay muchos testimonios de las atrocidades cometidas por el ejército soviético en Afganistán. «Los abuelos lucharon» en Afganistán en 1982, al igual que sus nietos cuarenta años después en Ucrania. Un ejemplo: el 13 de septiembre de 1982, en la aldea de Padhab Shani (provincia de Loghar o Laugar), el ejército soviético, utilizando petróleo y sustancias inflamables, quemó vivos a 105 aldeanos que se escondían de ellos en un canal de riego subterráneo.

Esto, como después del 24 de febrero de 2022 en Ucrania, provocó una migración masiva de la población. Según Amnistía Internacional, los refugiados afganos constituían entonces el mayor grupo de este tipo en el mundo, su número crecía constantemente y a principios de 1983 ascendían a 3 millones de personas de una población total de 15 millones.

La aventura afgana se convirtió en un catalizador del colapso de la URSS. Casi diez años después del inicio de la invasión, en febrero de 1989, Gorbachov retiró las tropas soviéticas de Afganistán no porque fuera un liberal, un demócrata y una persona amante de la paz (esto es imposible en Rusia), sino porque quería evitar la desintegración.

La guerra librada contra Ucrania tiene posibilidades de terminar con el colapso de Rusia. Si esto no sucede, al mundo le esperan cada vez más guerras. Los líderes occidentales finalmente deben darse cuenta de esto. Hoy son responsables del futuro de sus países y de la seguridad de las generaciones futuras de sus pueblos.

Jeremías M.Taurydzkyj

(editor,  traductor, del original en ucraniano, Serhii Borshchevskii y publicado en el sitio periodístico Glavkom)

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